La historia comienza esta vez recordando los hechos que sucedieron en el pueblo portugués de Bouzano en el Siglo XIII. Vemos como los habitantes del pueblo capturan a los caballeros templarios -ahora sí que se les cita literalmente como tales- por satanismo y brujería. La muchedumbre desea su muerte, pero antes de quemarlos en la hoguera, les dan con las antorchas en los ojos con la intención de que si vuelven de la tumba, como prometen, no puedan encontrar el pueblo de nuevo.
A continuación nos remontamos hasta la actualidad, donde el pueblo de Bouzano -esta vez no está abandonado- se prepara para festejar los hechos ocurridos siglos atrás como parte de su folclore local. En esta ocasión nuestro protagonista será un ingeniero que va al pueblo como encargado de los fuegos artificiales para las fiestas que, curiosamente, tiene un affair con la joven prometida del alcalde (Fernando Sancho), algo que provocará malos rollos entre unos y otros.
Esa misma noche, al tonto del pueblo le da por repetir un sacrificio humano y esto hace que los cadáveres de los templarios recobren vida para saldar cuentas con el pueblo que les condenó. De nuevo repiten estética y comportamiento estos esqueléticos muertos vivientes que caminan muy lentos, manejan la espada a la perfección y van con sus caballos zombis -en esta entrega sí que aparece un caballo caracterizado como si estuviera muerto, algo bastante lógico que faltaba en la primera película-.
Los templarios llegan hasta la plaza del pueblo, llevándose por delante a todos los que encontraron hasta allí. Los ciudadanos les hacen frente como pueden. En un momento determinado los habitantes intentan escapar (con fatales resultados) y un grupo de supervivientes, que serán nuestros protagonistas, se queda atrincherado en la iglesia del pueblo intentando resistir.
A partir de ese momento los templarios esperan en el exterior de la abadía. Dentro, el grupo tiene cada vez más problemas personales y entre que el gobernador no les manda ayuda porque cree que están borrachos y que empiezan a perder los nervios y la cabeza, van cayendo uno tras otro hasta que solo quedan vivos el ingeniero, su amada (ex del alcalde) y una niña pequeña. La película termina con estos tres supervivientes intentando escapar mientras empieza a amanecer y los muertos vivientes caen al suelo sin más.
"El ataque de los muertos sin ojos" es una película interesante, pero que no deja de ser un claro intento por explotar el éxito de su predecesora "La noche del terror ciego". Realmente no se trata de una segunda parte, sino que es como una primera parte alternativa, es decir, coge los fundamentos de la película original, le mete dos cambios en la historia y ya tenemos producto nuevo pero con una estética idéntica a la anterior.
En esta ocasión los muertos tienen un comportamiento idéntico a la primera entrega, solo que ahora aparecen mucho antes y mucho más tiempo. Las actuaciones justitas, los efectos y caracterizaciones algo mejores y otra vez la fórmula de historia simple pero llamativa, aunque esta vez culminado con un final más extraño y quizá desilusionante.
En definitiva, una película recomendable, pero que deja una sensación de "esto yo lo he visto ya" si ya hemos visionado la primera parte. La historia entretiene, se nota el extra de presupuesto y el ambiente está igualmente conseguido como en la entrega anterior, no obstante, es evidente la falta de frescura y originalidad respecto a su predecesora.
Trailer (¡de más de cuatro minutos!):
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