En esta ocasión volvemos a la temática de las películas de zombis de la primera época, aquellas donde se crean los zombis mediante la magía negra y el vudú.
La historia se centra en un pequeño pueblo estadounidense donde empiezan a ocurrir extraños y sanguinarios asesinatos. A los autores, una aparente pandilla de sádicos, les gusta dejar constancia de sus barbaridades fotografiando y grabando cómo asesinan a los pobres desdichados que caen en sus manos.
El sheriff del pueblo comienza a indagar sobre estas extrañas muertes para averiguar quiénes son sus responsables. Poco a poco va atando hilos y se da cuenta de que los casos son más complejos y con más involucrados de lo que podía imaginar, incluyendo entre los sospechosos a su propia mujer.
Le ayuda, aparentemente, Dobbs, el responsable del depósito de cadáveres, un loco forense y tanatopractor del pueblo que juega a ser dios y con una pinta pasado nazi que no puede con ella.
Lo que realmente ocurre es que Dobbs ha estado convirtiendo a los habitantes del pueblo en zombis mediante conocimientos de magia negra y productos químicos, convirtiendo en realidad el lema de su pueblo "una nueva forma de vida". Los zombis, con apariencia totalmente normal, se han convertido en una organizada mafia que asesinan y reclutan en su ejército zombi a todo el que pasa por delante.
La película tiene un sorprendente final, descubriendo el sheriff los maléficos planes del científico loco, pero lo que es aún más impactante, es descubriendo que él mismo también es un zombi.
Un buen exponente ochentero de este tipo de películas basadas en el vudú en el que un malvado líder resucita a los muertos para su propio beneficio. Está bien trabajada y la historia, aunque con algunas escenas intrascendentes y lenta en algunos instantes, está basante bien narrada y despierta el interés. Para muchos, un clásico.
Trailer (en inglés):
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